MOVILIZACIÓN Y POSTURA.
La capacidad para la movilidad depende básicamente de la integridad musculo esquelética, de las
articulaciones, terminaciones nerviosas y la circulación vascular involucrada. Esta capacidad es
esencial en la vida de los seres humanos para llevar a cabo todas las actividades cotidianas que cada
persona realiza normalmente y que le son imprescindibles para adaptarse a su medio, así como para
relacionarse con su entorno y con los demás individuos, por lo tanto, la perdida de ésta,
independientemente de que pueda ser temporal o permanente, afecta en forma directa las diferentes
funciones vitales y actividades de la vida diaria, entre las cuales se pueden mencionar la alimentación,
respiración, eliminación, higiene, comunicación, marcha, el vestido e incluso la autoestima,
auto concepto y aceptación de sí mismo.
Definición: la movilidad es uno de los aspectos más importantes de la función fisiológica porque es
esencial para la conservación de la independencia. La actividad, la movilidad y la flexibilidad son una
parte integrante del estilo de vida de las personas. El deterioro de la movilidad influye
considerablemente con el concepto de uno mismo y en el estilo de vida.
Factores condicionantes que
alteran la necesidad
Existe un gran número de factores biológicos,
psicológicos o socioculturales que logran afectar tanto la postura que adopte
el individuo y su coordinación de movimientos, como al equilibrio y su mecánica
corporal.
Factores biológicos Edad: a medida que
transcurren los años en la vida de los seres humanos, la postura o la
alineación corporal se modifica. Durante el crecimiento de los niños, si no son
corregidas las posturas defectuosas que se adoptan durante la infancia, es casi
seguro el desarrollo de alteraciones en la edad adulta. En el otro extremo, con
el proceso de envejecimiento, las modificaciones que sufren los músculos,
cartílagos y huesos, así como las privaciones hormonales y falta de actividad física.
Condición nutricional: en un
estado de desnutrición los músculos se encuentran débiles, esto hace que exista
una gran dificultad para la correcta alineación corporal, por lo que resulta
difícil mantener el cuerpo en forma erecta. Cuando el grado de desnutrición
llega a considerarse como grave, puede dar lugar a un grado de lordosis, debido
al esfuerzo que debe realizarse para mantener el equilibrio. En contraposición,
las personas con obesidad frecuentemente presentan una modificación del centro
de gravedad, lo que conlleva a una movilidad difícil y a una alteración de las
articulaciones por sobrecarga, al mismo tiempo que disminuye considerablemente
su actividad debido a la fatiga que supone realizar determinados ejercicios.
Sedentarismo: todo mundo sabe
que la falta de ejercicio físico altera directamente a la mecánica corporal.
Cuando no se lleva a cabo una actividad física al menos moderada, el tono y
fuerza muscular se van deteriorando en forma paulatina, la movilidad de las
articulaciones se va limitando e inclusive el proceso de crecimiento se ve
alterado. Además, el funcionamiento de los diversos órganos se altera también,
debido a que la falta de ejercicio
a) altera la circulación sanguínea, especialmente
el retorno venoso
b) disminuye la expansión pulmonar, ya que no
se hace uso del oxígeno suplementario que el organismo necesita durante el
esfuerzo
c) el tono muscular del tracto
gastrointestinal se ve afectado, provocando una mala digestión y eliminación
fecal inadecuada
d) afecta la eliminación de los productos de
desecho metabólico a través de la orina, al disminuir la irrigación sanguínea
de los riñones
e) perjudica el metabolismo, tanto en su fase
anabólica como catabólica, con el fin de obtener energía.
La enfermedad: con frecuencia, las personas
con alguna enfermedad son obligadas a guardar reposo temporal (como en la etapa
de posoperatorio) o prolongado en cama (como el reposo requerido en una
fractura, esguince o incluso una enfermedad crónico-degenerativa postrante),
incluso a limitarse al realizar de manera normal sus actividades cotidianas.
Esta terapéutica o necesidad obligada provoca en menor o mayor proporción la
debilidad muscular, contracción articular y, si el reposo es prolongado, puede
llegar a presentarse algún grado de deformidad. La pérdida de la movilidad,
aunque sea parcial o dure poco tiempo, es suficiente para que la persona deba
modificar sus hábitos y modo de vida, lo cual va a suponerle un cierto grado de
dependencia.
Embarazo: la alineación
corporal y el equilibrio de una mujer embarazada se van modificando debido al
incremento del peso que hace variar el centro de gravedad de su organismo. Es
así como aparece una lordosis que es considerada como normal, que lleva consigo
el frecuente dolor de espalda.
Factores psicológicos Con frecuencia los
estados de estrés provocan contracturas musculares que provocan una serie de
manifestaciones y respuestas humanas como dolor de cabeza, cuello, espalda,
lumbalgia e inclusive sensación de hormigueo y entumecimiento punzante en el
músculo o grupo de músculos que reciben el estrés. Cada individuo manifiesta
sus emociones y sus sentimientos a través de la postura que adopta. Los
movimientos que realiza, ya sea de forma consciente o inconsciente, reflejan
claramente sus impulsos psicológicos internos o la falta de ellos. No obstante,
algunas emociones, como el miedo, pueden disminuir de forma considerable los
movimientos y la actividad del individuo.
Factores socioculturales De entre los factores
socioculturales que influyen en la necesidad de movimiento se encuentran los
patrones culturales, la actividad laboral y la vivienda, entre otros. Por
ejemplo, los valores culturales y creencias pueden motivar a los individuos a
realizar ejercicio físico, como en el caso de las largas peregrinaciones o
danzas religiosas. En contraposición, con respecto a las actividades laborales,
la adopción de posturas incorrectas en forma prolongada durante la jornada de
trabajo provoca alteraciones que pueden llegar a ser permanentes en la
alineación corporal. Por otro lado, el tipo y la situación de la vivienda pueden
influir de forma notable en la actividad que desarrolla un individuo. Una
vivienda situada en un piso alto y que no disponga de ascensor puede favorecer
la actividad en aquellas personas que no tienen problemas de movilización, pero
que son individuos con ocupaciones laborales muy sedentarias, entonces subir
las escaleras a menudo es el único ejercicio físico que realizan. Por el
contrario, en personas ancianas sus movimientos son muy limitados, ya que
presentan mayores problemas para subir y bajar escaleras, dificultando de esta
forma la posibilidad de realizar otra actividad física.
Kozier (2008) dice que la
alineación corporal debe ser valorada cuando se le indica a la persona que se
siente y levante de una silla, esto incluye determinar:
Cambios normales del
crecimiento y desarrollo.
Mala postura
Factores que contribuyen a la
mala postura (fatiga o baja autoestima).
Debilidad muscular u otras
alteraciones motoras. Postura (valoración de pie desde una perspectiva lateral,
anterior y posterior)
La marcha es valorada para
determinar la movilidad y el riesgo de lesiones secundarias a caídas.
Tiene dos fases, apoyo y
balanceo, por lo tanto para poder valorarla es necesario solicitarle a la
persona que camine por lo menos cinco pasos para observar los posibles
problemas. – Verificar la posición de la cabeza, dirección de la mirada y
alineación de la columna. – Movimiento y postura de pies, contacto del talón en
el piso y su flexión a la marcha. – Balanceo de brazos. – Ritmo y coordinación
de la marcha.
Para determinar el aspecto y movilidad de las articulaciones es
necesario inspeccionar, palpar y verificar el arco de movimientos activos o
valoración de la movilidad pasiva. Es necesario revisar sobre todo las
articulaciones temporomandibulares, cuello, hombro, codo, muñeca, cadera,
rodilla y tobillo.
Durante la exploración es posible identificar: – Cualquier
grado de edema, eritema, deformidad, agrandamiento y contractura
– Determinar simetría y
desarrollo muscular. – Dolor, crepitación y aumento de la temperatura local. –
Grado de movimiento, capacidades y limitaciones (en todos los aspectos de la
vida cotidiana).
Los aspectos que se deben
identificar en la valoración de la tolerancia a la actividad son la fuerza y
resistencia de la persona al momento de realizar alguna actividad que requiera
un gasto de energía. Es preciso identificar entonces la frecuencia, ritmo y
fuerza del corazón, la presión arterial y la profundidad y ritmo respiratorio.
La valoración se debe de
realizar: – Previo al inicio de la actividad. – En el transcurso de la
actividad. – Posterior a la realización de la actividad. – Un tiempo inmediato
de tres minutos después de que concluyó la actividad
En los casos en los que la
persona inicie con los siguientes signos, la actividad deberá suspenderse en
formas inmediata (Kozier, 2008): – Palidez repentina – Sensación de mareo o
debilidad. – Alteración del ritmo y de la frecuencia cardíaca o respiratoria. –
Pulso débil – Disnea, falta de aliento o dolor torácico. – Variación de la
presión diastólica de 10 mm hg o mayor.
Datos objetivos
-musculo
atrofia, hipertrofia, dolor calambres, debilidad y tumefacción
-alineación corporal.
dolor, calambres, hormigueo, mareo.
-articulaciones/hueso
incapacidad de soportar peso, dolor, rigidez,limitaciones de movimientos, disminución de la movilidad, fracturas previas.
-otros
hormigueo, angustia, depresión, tristeza, enojo y perdida de peso.
Datos subjetivos
-musculo
forma, tamaño, temperatura, fuerza, capacidad y rango de movimiento, tono.
-alineación corporal.
postura, simetría, marcha, movimientos, deformidades y variaciones de la temperatura.
-articulaciones y huesos
edema, eritema, aumento de la temperatura local, chasquidos, crujidos y deformidad.
-otros
cambios en la piel: cianosis, palidez, obscurecimiento, exantema, palidez, frecuencia cardíaca y respiración alterada, pulso débil, disminución de la movilidad intestinal.